Entre las palabras de los poetas, entre las letras de los escritores de prosa, osa mirar al cielo para encontrarse con la mayor osa,``la osa mayor``. Escribe sobre ella cuando nunca vió esa flor que por ignorancia confundía con geranio. Buscando decripciones en el diccionario, ``espinas, a veces roja a veces blanca``, no era geranio, era rosa.
El cielo cambia a la velocidad universal de los segundos, que duran poco y se convierten en minutos, la balada eterna torna tediosa y mueren dela historia sus dioses y sus diosas. El tiempo se condensa en su alma, el espacio se acorta y al tiempo aprisiona muriendo uno con el otro en una asfixia eterna, ``sin tiempo no hay espacio``. Aun queda la última diosa, estoica. Probabilidad, que se consume negra en sus posibilidades, para que los humanos vivan deben morir los dioses. La probabilidad como un sol queda reducida a su enana blanca, viva pero muerta, no hiberna, sino muere, en el espacio eterno. El resto de un sol perece y no prende porque el fuego decidió que no lo merece. Como los poetas muertos, avanzar es rechazar lo que queda atras, y la sombra de la luna es la sombra del ojo del pasado que existe oculta en todas las noches y a veces resurge como la tormenta que se abre paso al corazón, el sol se muere, la rosa crece, su tiempo, espacio y sus probabilidades cambian, la luna mengua, nuevas manos tocan sus aguas pero no buscann lo profundo y solo con uno mismo, el niño se hace hombre a la sombra de un monte que crece en el norte.
``Cuesta tanto, espero poder ser capaz de traicionarme a mi mismo una y otra vez`` Dice mirando al norte
``¿como lo conseguistes? le pregunta al monte
El monte no contesta y no contestó.
Entonces recuerda que el monte esta hecho de piedra y que la piedra no ama mas que su existencia.
