Nunca he temido al futuro, porque en el fondo sé, del verbo saber, que en última instancia estaré yo para adaptarme a el, para superarlo, para mejorar y ser mas que jamás, yo mismo.
Nunca he temido al pasado, porque en el fondo sé, del verbo saber, que, aunque duela, siempre estoy y estuve preparado para poder superarlo.
Nunca he temido al presente, porque en el vivo y soy feliz.
Aquellos que temen la sombra infinita de las cosas que pueden pasar dejan que los miedos les estrujen la garganta, los amenacen y conviertan en monstruos esclavizados por todo lo oculto a lo que no tienen valor de sacar a la luz.
Sin embargo, no soy perfecto y si tengo un miedo. El miedo a las alturas, que esta en mi y no en mi pasado, presente o futuro, el vértigo a dejar de ser yo y de poder controlar mi destino y mi corazón. Yace en mi subconsciente el temor al arrebato, un miedo que odio y desprecio desde lo mas profundo de mi ser.
Después de todo siempre quedan monstruos por vencer y cosas por conseguir. Y yo tengo demasiado bien racionalizado a mi enemigo, que como en todos no es sino yo mismo y mis defectos. Y aquellos que se crean perfectos tienen un problema, porque nunca podrán mejorar como personas y vivirán con miedo, porque lo que hoy les atormenta, mañana pasará y no lo podrán evitar porque en su ingenua creencia de perfección, no podrán cambiar con el mañana y siempre serán, lo mismo.
Y aunque hay cierta belleza teñida de tristeza en lo que no cambia, lo verdaderamente bello es ver la evolución de las cosas y crecer junto a ellas. No merece la pena crecer sin llegar a conocer, unas pocas cosas.