jueves, 24 de enero de 2019

La odisea de Don Quijote.

Sigues estrellas fugaces en una oda al absurdo y aprendes otra lección tantas veces aprendida, de la idealización nace la frustración.

Mientras en otros mundos los monstruos se mimetizan y se hacen lo mismo, simbióticos codependientes, todo el rato hay nuevos monstruos haciéndolo, los aprecio, tratan de sobrevivir a la soledad cósmica perdíendose en otros.

Yo, siempre preferí tragarme la lucha contra la oscuridad, hasta el fondo, hasta dentro, para luego acabar en una resaca cósmica vomitando herido, la negritud universal. Es tanta y tal mi voluntad de domarla como un colibrí intentando dejar de aletear y amenazando a la muerte, pierdo mis colores hasta que antes de caer al suelo, aleteo y me vuelvo a pintar para afrontar los retos radiante.

Sueño con un mundo muchísimo más social en el que la gente no tenga que enfrentar la fría cama y los retos sin 20 personas más cerca cuidándose mutuamente, en el que la convivencia sea algo mucho más natural. Lo sueño y lo creo porque este mundo me tiene herido, siempre sangrante y no puede ser que esta mediocridad sea todo a lo que podamos aspirar.

La idealización vacía, las estrellas fugaces se fueron, la noche es eterna, las estrellas se alejan y la energía muere y renace cada vez más débil, yo no puedo luchar contra la dinámica general, sino por la vuelta a la total unidad, lo otro es conformismo y nunca fuí un hombre conformista. La victoria será absoluta y si no la derrota me enseñara otra valiosa lección.

Contra los gigantes Sanchos, nuestra lucha es contra los gigantes universales. Que mi locura te haga un loco y tu cordura me haga cuerdo en un intercambio perverso.

A medida que crezco esta puta cordura me vuelve cada vez más loco, NO LA QUIERO, no la quiero... grito entre lagrimas.