miércoles, 22 de mayo de 2019

La trampa mejicana.

Viendo declaraciones de las elecciones políticas de mejicanos migrantes de Estados Unidos veo y voy constatando una idea que se hace extensible a otras regiones del mundo.

Descubriendo como el voto pro Trump llegaba al 35% de los votantes latinos muchos de ellos inmigrantes relativamente recientes, la situación lleva  a una pregunta simple ¿porque?.

Creo que la respuesta es compleja, pero entre las razones, yo, lo achaco al complejo identitario de aquellos que sufren a la necesidad de alienarse para ser parte del grupo hasta el punto de rechazar su identidad primera, rechazando la preocupación y consternación por sus compatriotas inmigrantes con los que en general compartirán muchas mas cosas que con cualquier estado-unidense blanco de clase media. Mimetizándose con el nuevo grupo (los estado-unidense) hasta el punto de no recordarse, ni la patria, ni la familia ni a los compañeros, soñando que el dinero pueda darles un status en ese nuevo mundo. Y para un máximo grado de integración, votando al que pone a sus hermanos fuera de las fronteras con un gran y muy masculino muro y lo mantiene a el, (sueñan) dentro.

 El dinero nunca podrá desteñir sus pieles ni hacer olvidar sus identidades ni recuerdos, nisiquiera Michael Jackson lo consiguió, pese a que el no era ni siquiera inmigrante y mira que el cabrón cantaba muy bien.

Esto que digo lo veo en todos los sitios del mundo con diferentes grados. Cataluña ha conseguido articular esto de una forma espectacular y para mi, perversa. Las personas de Andalucía y Canarias inmigrantes en Cataluña que sienten el independentismo son un claro caso de alienación, de integración en el grupo y de rechazo a sus regiones, a sus padres y a su memoria. Es perverso que aquellos hijos de las migraciones internas de un país propugnen la división del sitio al que han inmigrado para aislarlo del sitio del que han migrado. Nunca he sido capaz de empatizar con esas contradicciones que tienen dentro gente como Rufián, sinceramente le he leído y escuchado en muchas entrevistas y no hay ninguna reflexión profunda que me halla dejado, no creo que las tenga, solo veo a un hombre que quiere ser querido en su nueva identidad.

Lo que han hecho los charnegos tiene un nombre y se llama balance demográfico entre zonas ricas y zonas pobres. Hijos de este sistema de trasvases demográficos abogan por su destrucción para peor, abrazan preceptos simples y estúpidos como que la gente de las zonas del sur son vagas y menos productivas (cuando Cataluña es demograficamente Andalucía) para defender que su nueva identidad, la catalana debe blindarse de esos invasores.

 El voto de inmigrante a partidos independentistas, recuerdo haberlo visto, es muy alto. Después de los muros nacionales vienen las aduanas y los bloqueos de personas, se llama sucesión lógica de eventos, los independentistas catalanes admiran en secreto al brexit. Cuando una piedra cae no va hacia arriba, esta cayendo. Las dinámicas nacionalistas son la piedra que cae, siempre igual en todos sitios, aunque al principio se disfracen de progresismo (lo hacen para ser aceptadas, para poder empezar a caer) es una mentira. No hay progresismo en el nacionalismo, ni el español, ni en el catalán, ni en el peruano.

El nacionalismo defenderá las identidades imperecederas, los ecos del pasado y en este mundo en el que hemos descubiertos algunos hombres que tenemos que de-construirnos con felicidad y sin miedo para poder dejar espacio a las identidades de las mujeres es curioso que nadie hable de la re-construcción a nivel identitario. No se puede ser nacionalista y de izquierdas las contradicciones entre identidad e internacionalismo tarde o temprano afloraran de la peor de las maneras posibles y la verdad los principios de solidaridad siempre acaban siendo más débiles que los del amor a las banderas.

Esa reconstrucción no se está haciendo, nuestros entornos han cambiado con la globalización una monstruosidad, las mezclas culturales priman y las identidades locales se asustan y encierran en si mismas cobardes. No se crea una identidad acogedora y adaptativa sino que se propugnan las viejas fronteras como los náufragos se agarran al tablón de madera del naufragio.

Los nacionalismos de cualquier zona son el pasado, siempre serán el pasado, son sueños de historias de grandeza que nunca pasaron y que intentan reconstruir esa grandeza que nunca pasará porque son solo mitos. Mitos cobardes que no miran al futuro y el futuro llegará, mejor articularlo con el mayor cariño posible.