Los bares son una de esas genialidades del pasado, un monumento al mundo del ayer que se extinguirán conforme hayan mas fast foot de las pelotas y mas ladrones, pero si hay un bar en el mundo ahí intentare estar yo. Y es que en los bares hay personas de verdad, y no modelitos tocapoyas de turno ni niñatos de los cojones que en un grado máximo de lucidez llegan a hablar de lo mal que va el mundo. Que va, en los bares hay personas, individuos, ayer mismo estaba yo donde estoy todos los días a las 12 y al lado mío había uno de esos hombres de antes, un combatiente de otra época, pitillo en mano, periódico en la, barra gafas en la punta de la nariz, café a un lado, pelo blanco y cara audaz pero cansada, peleando contra las páginas de a provincia en búsqueda de algo nuevo, persistente como ninguno en su afán de sacarle el jugo a periódicos que cada vez dan menos buenas noticias. Acabado el periódico se levanto el hombre, se despidió del camarero con un bueno, de esos que le dices al que conoces de toda la vida, un automatismo para aquel que te ve todos los días, una persona y no un maldito/a mujer/hombre contestador telefonico que pronto terminaran hablandote por señas como si de un mono te tratases, y dispuesto a irse el hombre se quedo en la puerta unos segundos y suspiro antes de dar el paso que lo sacaría de lbar, supongo que pensando ``vuelta a la puñetera realidad``, y es que bajo el techo de esos santuarios llenos de currantes de verdad, de los que sudan por una miseria se puede encontrar un momento de paz, una escapatoria de la mierda de fuera, saber que la moda de un par de pintamonas yankees esta acabando con eso da verdadera lastima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario