Tengo alma de pirómano, porque mi mundo son las llamas, el fuego, y la ceniza que queda atrás. Mis sueños, son sueños de Nerón, la hoguera suprema, para poder volver a levantar la bandera, en un mundo un poco mas limpio de esta podrida humanidad.
Probablemente Nerón como todos los genios estuviera loco, porque la locura es una actual incomprendida genialidad futura, pero su locura era una locura poética, una locura melancólica que quizá, idealizando como idealizo a ese gran capullo, esperaría la destrucción de una Roma decadente, una Roma cobarde llena de ladrones y violadores, de inmerecidos herederos ricos, gordos y vagos que no ganaron lo que comían, una Roma muerta por dentro, sin héroes revolucionarios ni sueños por soñar, una Roma cruel y oscurista, cuyos cimientos idealistas fueron pervertidos por una manada de capullos. Quizás y solo quizás el incendio de un loco incomprendido fuera la mayor declaración de guerra contra la maldad humana.
Es paradójica la capacidad de autodestrucción y autoregeneración humana, como con fuego se destruye, y como entorno al mismo fuego se construye, después de Nerón resurgió la rosa Romana y fue corrompida de nuevo por la carencia de jardineros y de pirómanos idealistas que soñaran construir algo mejor.
Por eso sueño o quiero soñar con la mayor de las hogueras, una que haga historia, y que nos permita intentar un acercamiento a la perfección y a la aniquilación del innumerable numero de maldades que con el tiempo han surgido, y que el fuego no discrimine ni por sexo ni por oro ni por edad. Después habrá tiempo de construir y habrá tiempo de soñar, pero sueños de verdad
El pirómano de los encantamientos, fuego a la mentira, fuego a la maldad, fuego al ropaje de la malvada inhumanidad.
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