Y al final todo se cura corriendo, mas rápido que la velocidad a la que la sangre fluye del corazón al cerebro. Pero sin hacer ruido, discreto, sin mover el mundo que atraviesas reconvertido en ensordecidas imagenes quemadas. La realidad queda siempre atrás cuando corres, y cuanto mas rápido mas libre, mas solo, mas vivo. Mas dolor en los músculos desgastados hasta que arden contigo, y tu que lo degustas, y aceleras para sentirlo mas dentro. No por masoquismo gratuito sino por ser el único camino a la liberación.
Y te pierdes en mil caminos, mil parques, mil destinos elegidos. Hasta que te vuelves a romper y tus pulmones revientan, caes al suelo destrozado y robas aire al universo. La realidad te alcanza, siempre te alcanza,es asesina puta e inevitable que te persigue con la sombra. Es el viento que viene de cara, las olas que te ahogan, la llama que te quema, la tierra que te entierra.
Normalizar la vida es algo muy peligroso para el alma, por eso corro todas las noches, para cambiar la realidad. Para no tolerar, para sangrar, parar dejar de mirar, para luchar. También por eso leo libros, escribo, veo películas y me ducho con agua fría. Yo peleo cambiando la realidad a cada instante, no puedo hacer del mundo que sea algo normal, porque cuando lo sea, cuando esa carrera sea solo otra situación indolora mas, habré muerto.
La realidad no es sino un proyecto de una realidad mucho mayor que descubriras corriendo, leyendo y huyendo de la quietud y facilidad de una realidad caduca. Como siempre se puede saber mas, siempre puedes correr mas rapido y ser mas libre.