martes, 10 de octubre de 2017

La ataraxia, ese sueño inalcanzable.

Todos buscan una guerra que luchar,
por el bien supremo.
Por alguna nación o religión inventadas,
por alguna finca que proteger,
o algún estúpido bien que poseer.


Y yo cada vez mas veo con pena, los cuerpos que desfilan vacíos cuando vuelven,
cuando envejecen, consumidos por los apetitos ambiciosos de la trascendencia y del poder, de la imagen y la perfección. Y es que solo algunos son capaces de en medio del caos mantener la ternura y el cariño suficientes como para mantener su humanidad y poder volver con algo mas que nada, mas llenos de contradicciones, mas perturbados y mas vivos. Luchando las guerras del pasado, dañándose a si mismos para evitar como sea dañar al resto.

Pese a que la convivencia humana se basa en una perpetua y repetitiva alternancia entre el placer y el daño.

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