Se ha casado mi prima mayor y no he podido sino pensar en las horas de juegos de ordenador con ella y Dalia, de las veces que me escapaba de pequeño para ir a un ambiente intelectual y liberal en su casa en Cardones donde la palabra libertad no era una metáfora y jugábamos sin importar condición como seres iguales y felices.
De las noches en Tauro bajo la luna haciendo fuegos, buscando leña, bañándonos en el estanque, cuando aún era un estanque y no una preciosa piscina, cuando todo eran campos de frutas, antes de que la especulación del campo de Golf llegará hasta la misma puerta de la casa de Tauro en la que se celebra esta misma boda. Y claro que lloro, como no voy a llorar si soy el mas sensible taciturno y loco de todos los de mi familia, el bicho mas emocional y fiel.
Así que yo me iba y no podía darme sino pena, porque quiero a mi prima, la quiero muchísimo, ella no sabe cuanto porque ella ha formado parte de mi infancia y que halla sido estudiante y profesora en Oxford o trabajadora en Columbia me enorgullece, claro, pero me apena porque son horas y días y conversaciones que nunca podremos tener que perdió en otras tierras y lugares.
No creo en el matrimonio demasiado, la verdad casi ni creo en el noviazgo pero el sábado dudaba, Ben coge una de las mujeres salvajes mas bellas de Gran Canaria y se la queda en un compromiso de por vida, no se la lleva, porque ella fue la que quería irse por su pie.
Y yo miro al cielo de estrellas y a la luna mientras cargo la última carpa de la noche del domingo, cuando solo quedo yo mi tío y Moi currando, después de haberme matado por ese evento, cargando y trabajando incansablemente. Miro al cielo de la noche de mi isla y le sigo declarando mi amor siempre en soledad pero por eso mismo mucho mas valiente y decidido que ningún otro.
Estas estrellas, este evento, esta familia, esta isla, este corazón roto, me pertenecen y seguiré leal a mi mismo y a ellos, los cáminos, senderos, rutas marítimas o aereas por los que me lleve la vida.