No nos queda nada que beber,
no nos queda nada que soñar
los sueños que se fueron
son sueños que no vendrán
Las últimas gotas de la juventud
se exprimen convirtiéndose hielo
que va a parar a una senectud
que caerá como un alud
Es el tiempo de la hiena
en un mundo mucho peor
paseaba yo por Viena
entre mil banderas de dolor
Baila como una perra, canta como un cabrón, bebe como un borracho, cansado de ser mal escritor. Como todo siempre hasta el fondo, siempre en la más denigrante situación, si vamos a ser actores inventemos dramáticos lo peor
Se va el tiempo jóven no podré pronto actuar, se irá la oportunidad, no te someteré, no me someterás. Seremos actores viejos sin dulce proyección, todo lo proyectado se quedará encerrado en el proyectador. Tengo la suerte del hombre, que sin dudas crecerá, a un componente atractivo de la puta pedrasta sociedad. Yo que quería ser jóven, ser objeto de admiración, pronto seré perro viejo con un cerebro quemado de tanto sinsabor.
No busco ni trono ni reina, ni nadie que me entretenga porque nunca fuí el rey. Me contentaré con los pétalos, con la multiculturalidad, con el buen sabor, con paseos por la playa con ser mejor lector. Reinventando mi concepto, no seré viejo verde, iré a una creciente apatía en el que despreciaré la sociedad sexual y pedrasta de la que nunca quise ser parte.
Y pasará el tiempo y las arrugas irán viniendo, yo siempre tan digno, yo siempre tan puesto. No me sorprenderán ya las cosas, no me sorprenden ya los sentimientos. Con mis botas nuevas lo pisoteo todo, de nada me arrepiento. Ojalá fuera yo palabras que me importaran un pimiento.