domingo, 20 de mayo de 2012

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De vez en cuando me asedian repetinos recuerdos de mi infancia, casi nostálgicos, que atacan durante días mi cabeza. Me acuerdo la primera vez que me sentí culpable, diablos que si me acuerdo... he roto muchas cosas en mi vida y tengo que admitir que empeze temprano, destrozando con la mala hostia de los niños las maquetas de coches que mi padre hacía. La verdad es que seguramente romper esos coches me importaba una mierda. Sin la conciencia del trabajo empleado por mi padre en ellos me sentía resguardado de la tormenta que son los remordimientos.

Pero aun recuerdo a ese dalmata de porcelana que presidía mi antigua casa cercana a triana. Mi madre me dice que era horrible y que se lo quedo por no poder devolverlo y ser regalo. Pero para mi de mi antigua casa ese dalmata junto a la entrada es presencia indiscutible de mis recuerdos y fue parte de mi mucho tiempo. Me recuerdo a el abrazado cuando aun gateaba. Fogonazos que tiene la memoria, y me acuerdo cuando lo rompí. Tengo que admitir que soy muy bueno en cargarme las cosas que quiero, pero joder si me dolio el alma al verlo roto. Sospecho que fue la primera vez que me azotaron los remordimientos, la culpabilidad fría, inpasible e insensible, total e insoluciable. No recuerdo ni como fue, solo las lagrimas de impotencia, con el mal hecho detras, sin soluciones.

Hoy lo entiendo o creo entender ciertas cosas porque en parte soy consecuencia de ese niño timido e incombustible. Entiendo porque la frialdad de los coches, su destrucción y gozosa mutilación no me provocaban mas que el siniestro placer de destruir el metal frío e insensible, humano y deshumanizado. También entiendo porque me destrozo el destruir ese trozo de porcelana al que quería insanamente. Sus ojos casi vivos que consolaban el caos y la necesidad emocional que tengo desde que llevo memoria. Recuerdo el dolor de forma tan nítida... a como esa parte de mi dejo de aparecer en las fotos y a como ese dalmata perdio todos mis abrazos cuando me lo cargue. Me gustan las cosas con alma, ese perro feo lo feo que fuera que no lo recuerdo, para mi la tenía.

 Todos necesitamos algo o alguien a quien querer. Yo empeze pronto en mi carrera, aferrándome con el tiempo a los trozos de todo lo que he destruido torpemente. A mi dalmata de porcelana y a todo lo que ha consolado mis miedos y me han cuidado de esas noches eternas en las que solo necesitaba una sombra a la que abrazar. Algo que simplemente estuviera ahí por mi, para mi, conmigo, sin consecuencias obligatorias, solo dulces compañías, innecesarias y sin embargo, con tiempo, justamente lo contrario.

Casi egoista.
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La necesidad de los cuerpos la determina entre otras cosas el tiempo que han permanecido contigo. Por eso no hay nada mas necesario que uno mismo, porque siempre estuvistes contigo.

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