
Desde un faro, mirando hacia los senderos que huyen hacia el horizonte te preguntas ¿que pasa con los caminos? ¿se diluyen al ser repudiados o obviados? ¿dejan de existir desde que no los elegimos? ¿o se acumulan en todo el cumulo de cosas que no ha sido? ¿y es justo? se que la última pregunta tiene trampa, por eso siempre me la pregunto. Lo de las justicias y jugar a ser dioses siempre fueron arrogancias muy humanas que uno se va creando a medida que crece y supongo que siempre estamos equivocados y que nuestra propia justicia no puede ser justa si la aplicamos nosotros. La justicia sospecho es algo que nos pertenece a todos los humanos y que ningun humano por ser igual y diferente al resto puede precisar con la certeza de que ha acertado.
Respecto al resto, mirando desde lo alto hacia el horizonte y viendo todos los caminos creo que puedo entender que los caminos nunca nos abandonan, continuan en paralelos. Algunos huyendo lejos, otros juntádose de nuevo y todos desapareciendo como desaparece todo, antes o después.
Entre el faro y la cruz, cae agua sobre tus pies, vistes miras y ves que siempre te equivocas y que cada vez te importa menos. Que aunque crece nueva hierba, la mala, mala manía entierrase y siempre se queda. Caminar nos vuelve cojos a algunos por deseo a otros porque la vida es muy capulla. Yo sigo teniendo dos pies y no me quejo. Sigo un camino que no es recto ni que pretendo que lo sea. Mi justicia para lo que conozco, lo que desconozco no lo juzgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario