lunes, 11 de noviembre de 2013

Noche de fantasmas

Hay noches que son tristes, el frío viento en el paseo junto al mar el ronquido de las olas chocando contra la arena y la oscuridad. Los bares de la playa, llenos y callados, o quizá sea yo el que pasa inundando de silencio efímero el camino que atrás queda oxidado.

Ves a la gente corriendo sola dejando al resto atrás, buscándose en un final, una meta un cuerpo mejor al que huir, creyendo quizá que se pueden salvar o por lo menos es una forma de sobrevivir y no viendo que todos están consumidos o se van a consumir.

Creo o termino de sospechar que la tristeza es algo que existe no en nadie si no en momentos y que se ve aún cuando no coincides en ese sentimiento. Lo creo porque las noches son tan grandes y nosotros tan pequeños y frágiles, ¿es que acaso el universo no puede también tener personalidad?. Si al final las cosas siempre son reflejos.

Yo paso y veo a esa viejecita caminando sola a contravento los ojos enjuagados olvidando. Me cruzo con un amigo, corre como el resto. Quedamos en unos días, no creo que acudiremos. Estoy tan cansado... la luna forma una cuna. ¿Veré pronto a mi luna y mecerá mis tormentos? he quedado con una, ¿será ella mi luna? ¿Me abrazara como ninguna y me alejara de este oscuro universo?

Y así pasan las horas, veo a un fantasma que no me ve a mi, como siempre. Estas noches frías son noches de fantasmas, amigos, recuerdos que no existen, y de una palida luz que es la esperanza. No se sí estoy vivo, me tendrás que decir tu, si como el resto eres solo otra sombra, estaré sólo. Porfavor se mi consuelo, alejame del suelo, mata esto, se mi techo. Que se acabe la noche de fantasmas.

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