viernes, 11 de julio de 2014

Mereció la pena.

Y a la sombra de la luz de las velas que se apagaban lenta y tortuosamente como se apagan y se van las luces acercándose a la oscuridad. Roig miro desconcertado, con miedo, a los ojos de Laura y pregunto.

``¿Quien diablos eres tu?``

Se conocían ya desde hace 43 años que habían pasado muy rápido, como pasa la vida para los viejos, pero ahora no la reconocía.

Ella se aliso el infinto pelo gris-amarillo y la oscuridad la consumió. La vela estaba apagada, no se veía nada y el silencio duro los dos primeros segundos de oscuridad. Era una noche sin luna ni estrellas, una noche de 1646 en una como ahora perdida España, introduciéndose en el desconsuelo que le seguiría en el futuro. Era en un pequeño pueblo en una pequeña casa, en un todo que ya no se veía, como si estuviera perdido en una niebla intensa. Y de la oscuridad surgió su voz como surgen los filos despiadados de las navajas guardadas bajo las capas de esos hombres a los que los niños no le ponen rostro porque son lo que temen, su suave y segura voz.

``Yo soy, Roig, yo, la de siempre, cariño, y la que nunca haz acabado de conocer. Yo soy mis traumas, mi padre alcohólico, mi amada madre, mi hermana a-personal. Yo soy Roig mis cuatro virtudes, mis cinco defectos. Mi persistencia loca por sobrevivir matando, o sobrevivir viviendo, mi belleza aterradora con la que consigo lo que quiero, mi camino en contra de todo este universo porque no tiene nada bueno``.

Roig se encogió en la oscuridad, su voz lo tranquilizó, y recordó lo que su madre le decía, ``jugar con fuego acaba por quemar``, contestar sería arder.

``No es eso Lau, yo ya sabía todo eso, conozco tus traumas, conozco tus virtudes. Te he visto cariño jugando a sortilegios con todos los hombres, como si tuvieran que pagar por lo que tu padre te hizo, te he visto usándolos y jugando al parchis con los dados trucados, te he visto encantando y desencantando, siendo incapaz de cultivar nada bueno en el suelo, creyendo que lo merecían divirtiéndote. Santificando a las queridas, demonizando a todo lo contrario. Te he visto a través de los años, envejeciendo con la dignidad que muy pocas personas pueden permitirse. Pero... lo que nunca había visto es esa dura oscuridad que habitaba hace un segundo en el centro de tus ojos, sabes, la vida aunque no halla sido como quisieras, aunque no estemos en donde queremos, ha merecido la pena un poco mas porque tu estabas, existías. Mereció la pena, te juro que conocerte, que odiarte, que quererte mereció la pena y que el mundo sin ti será un lugar en el que yo dejaré de tener sentido. ¿A donde ire? ¿de quien escapare? ¿de que miedos insensatos a convertirme en arrebato podre huir? Si tu, no estas, si tu no estas ¿que hare yo? Para que me seguiré levantando, si no podré verte``.

La oscuridad siguió quieta y nadie contesto. Laura no estaba, Roig se encontraba solo ante una siniestra sombra  que le había consumido. Estaba solo en la oscuridad, no ya de la noche, sino de todo.

Y una voz sono en la nada. Una voz grave, mas vieja que el tiempo, la voz de la muerte. Roig la había percibido, justo antes de que ella se fuera. El viejo fantasma de ella, infectado por esa oscuridad eterna que habitaba en sus ojos, esa voz sustituía ahora a la de Laura. Roig no tenía ya miedo, era demasiado viejo para el miedo, solo tenía tristeza y la voz dijo:

``Roig, ella ya no esta y a ti solo te queda la soledad. ¿Sabes? La soledad y la muerte son dos cosas que estamos muy unidas, no hay sin lugar a dudas nada mas solitario que los muertos Roig. Deja ya de lamentarte y deja de pelear contra las noches para convertirte en ella. Que se disipen tus partículas, que todo se muera``.

Roig, bajo la cabeza y contestó asintiendo.

``Muerte, me ire contigo y aceptare la nada, con alguna condición. Enciéndeme la luz de la vela, enseñame la cara, déjame escribir unas últimas palabras``.

La muerte aceptó, encendió la luz, y allí estaba Laura de nuevo. En el lugar de la muerte, ella era la muerte, claro, la muerte para el significaba que ella no existiera o sea que la muerte se prestaba del traje de Laura porque la muerte no tiene forma, solo es cada una de las ideas que habitan en los hombres y tiene tantas como caras le ponen.

Roig cogió su pluma vieja y el pergamino, y escribió:

Voy a donde no estas tu, sin miedo, voy a donde no estaré yo, sin miedo. Y si el miedo a equivocarnos alguna vez nos condujo, ya no lo hace, que yo viviré en los parques, que yo moriré por ti.

Att: Roig 

Roig con la punta de los dedos apago la vela mientras le miraba a los ojos a ella, la muerte vestida de Laura, sonrió, había merecido la pena.

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