No le quedaban casi fuerzas, ni ganas, ni motivos. Todo se había ido yendo y a el las noches le hundían contra el cómodo sillón del salón, como si le pusieran un pie en el pecho y no pudiera levantarse ni respirar ni querer hacerlo. Tenía la rabia y el dolor y sobre todo la tristeza de haberlas vivido en algún momento de su vida. Era el viajero mas destrozado que ha habido.
Nunca vereís unos ojos que se pretendían tan felices y que acabaran tan rotos, el mentía y se guardaba diariamente detrás de preciosas sonrisas y poses y movimientos de galantería. Nada existía porque la verdad es que en sus momentos de soledad que son, al fin y al cabo, los que construyen a las personas solo se sentaba a mirar al reloj y deseaba que todo fuese mas rápido para acabar de una vez.
Encantador, después de pasar largos de periodos de tiempo el lo veía todo tan encantadoramente simple. Los hombres y mujeres van dando vueltas y tumbos como locas peonzas limitadas a su espacio, chocando y dejando sus cargas positivas o negativas entre si, es de un determinismo demencial. Nuestro potencial para hacer daño y amar depende del punto de partida y de nuestra capacidad para abarcar mas o menos terreno, cada peonza es única e interacciona con el resto del mundo de una manera diferente... ¿Es un puzle o un rompecabezas?
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