Hablando con mi padre, me decía que el verdadero amor no es egoísta, que deja ir aunque duela en cada punta de la piel, que no intenta retener ni poseer, que es comprensivo y entiende que a veces es mas un problema que una solución, y que se deja de tratar tanto de ti como de aquel al o a la que amas, de facilitarle la vida y buscar su felicidad. Yo lo mire como miran los niños por primera vez a alguien, preguntándome cual es ese universo que me oculta, sintiendo una empatía astral y cariñosa, puede que no seamos tan diferentes.
Dicen que los hijos tenemos la misión de ser mejores que nuestros padres, a mi me lo pusieron muy difícil.
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