Miro mi bola de cristal y le pregunto críptico lo que el futuro deparará.
El me responde picado, mas críptico que yo, que el futuro me depara pasado. Como si no lo supiese ya. Uno no puede escapar de su relato a menos que tenga alzheimer, mi abuela lo tiene y lo conozco bien, puede que sea una premonición.
Las llamas apagadas en las que me envuelven los sueños en mi cama deben terminar de caer, lo intento a escupitajos y me devuelven abrasivos latigazos contra mi cara y mi ser, somos aceite y fuego cuando el pensamiento me condena el fuego solo puede crecer.
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