domingo, 14 de octubre de 2018

Sus ojos cerrados y su perfil, maldito perfil y risas y felicidad desbordante y charlas eternas y surcos y llamadas nocturnas. Su voz acariciandome y a mí que me mata que me acaricien y así estoy un poco muerto.

Mantente cuerdo, que no hay nada y fuera del cuarto todo es oscuro.

Yo me reconstruyo en mi fortaleza lejos del alcohol y la gente, del ruido y de las fiestas. Para volver más fuerte que nunca, más consciente de mí mismo, más duro, feliz y tranquilo.

Que hay que digerir la vida, morder suave analizarse porque sino el riesgo de indestion en nuestras almas puede llegar a saturarnos.

Así estoy yo mirando desde la torre la feria de la vida pasar y proveyéndoles al resto lo obvio.

Así no existiréis.
Tanta vida os va a matar.


El beso del verano con el otoño.
No podré querer plenamente a quien no se conoce.

A quien no ha llorado ni se ha visto en el espejo retratado simple y breve, absurdo y feo. A quien las inseguridades no le han asaltado, ni a quien no ha dudado. Al que no entiende la soledad y el dolor.

No puedo quereros, soís demasiado absurdos ustedes, tan seguros de vosotros mismos, tan jueces y tan poco autocríticos.

Tu que quisiste ser juez de la perfección siempre fuiste el mejor ejemplo de culpable y tu puritanismo moral me recuerda a esa Gran Bretaña profundamente racista que persigue a la palabra negro como acto de racismo cuando el racismo esta de hecho en perseguir a la palabra negro.

Cuando sepas lo que es estar solo, podrás estar acompañado. Hasta entonces no existes, vives una mentira.