Sus ojos cerrados y su perfil, maldito perfil y risas y felicidad desbordante y charlas eternas y surcos y llamadas nocturnas. Su voz acariciandome y a mí que me mata que me acaricien y así estoy un poco muerto.
Mantente cuerdo, que no hay nada y fuera del cuarto todo es oscuro.
Yo me reconstruyo en mi fortaleza lejos del alcohol y la gente, del ruido y de las fiestas. Para volver más fuerte que nunca, más consciente de mí mismo, más duro, feliz y tranquilo.
Que hay que digerir la vida, morder suave analizarse porque sino el riesgo de indestion en nuestras almas puede llegar a saturarnos.
Así estoy yo mirando desde la torre la feria de la vida pasar y proveyéndoles al resto lo obvio.
Así no existiréis.
Tanta vida os va a matar.
El beso del verano con el otoño.
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