lunes, 26 de noviembre de 2012

Volver, es nunca haberse ido.

Hoy volvía por la calle donde crecí, que he abandonado por varios meses y eche de menos tantas cosas, pero eche mas de menos o mejor dicho, me entristecio mucho mas, no poder compartirlas contigo. Tengo la extraña sensación de que te pierdo todos los días y eso me da miedo, un miedo tan grande y terrible que me reafirma en la idea de que soy un cobarde. Supongo que soy culpable, como todos deben ser culpables.

Decía que volvía, sonriendo ante ciertas cosas que veía, gente sacar su perro como yo lo he hecho tantas veces para curar ciertas soledades. Novios besarse en las esquinas mas oscuras, todo lo bueno se hace en la oscuridad. Volvía lentamente a recordar los rincones de mi mismo que es como decir mis recuerdos, las diferentes sensaciones que coseche en esta zona en la que he vivido desde los once años.

Quiza porque volvía decidi darme la vuelta y volver sobre mis pasos hasta el sitio donde me daba clases particulares mi profesora, ella no lo sabe pero siempre la busco cuando me pierdo. Supongo que el amor, digamos que pedagógico que siento por ella, el recuerdo de la comprensión que un día le dio a ese pequeño tímido que no creía en si. La seguridad al valorar sus opiniones como iguales y al destacarme intelectualmente en la intimidad de una conversación de dos como el mejor estudiante que había tenido. Esa seguridad que me dio mientras a mi se me caían las lagrimas de la rabia infinita acumulada por existir en un mundo que por entonces siempre desprecie y me había decepcionado, ese es mi motor. Me acuerdo ahora de recuerdos teñidos de gracia, enfadarme con ella, reconciliarnos explicarle mejor que a nadie como soy, mi anarquía emocional radicalizada por la edad. Comprenderme diablos, recibir comprensión cuando yo nunca me había sentido comprendido y cuando ni siquiera podía comprenderme.

 Escribía Reverte que un hombre es todas las mujeres de su vida. No compañeras, sino mujeres con mayúscula. Madres, amigas, novias. Reverte tiene razón y me entristezco muchísimo por aquel que no ha tenido la suerte de tener a una mujer lúcida, superior intelectualmente y emocionalmente como solo algunas mujeres saben serlo, para juzgarle por sus pecados. Tengo la sensación de que todo lo que hacemos, todo lo que pensamos los hombres solo vale la pena si hay una mujer de esas para reconocertelo.

Volvía como decía y no la vi, estaba cerrada la puerta y las ventanas oscuras de la escuela asi que volvi deambulando, como siempre deambulo buscando sensaciones a mi casa, que no he visto desde hace mucho tiempo. Entre y no había nadie, solo mi perro que se ha acostado como siempre en mi cama y aquí estoy desde entonces. Incomodo en un colchón que fue el mío y que ya no entiendo, intentando aclarar lo que tenga que aclarar, ahora oyendo la lluvia caer, antes no, en las 4 paredes de siempre que perdí hasta mi vuelta.  Pensando como siempre pienso, pensando como me siento.

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