lunes, 29 de septiembre de 2014
Microcuento
Sin más,
con menos.
Te vas,
te espero.
Me besas,
te dejo.
Te abrazo,
sin peros.
Te observo,
de lejos.
Me quieres,
te quiero.
Carina Ruiz
Volvió el otoño.
Que vacío esta el mundo
el espacio
las clases sin ti
Que oscuros estan mis ojos
mi vacío
mi vida sin ti
Que pocas razones, que mala poesía, que eternas son las noches, que breves son los días. Cuanto aprendo, que poco vivo, cuanto te quise que incluso me perdí. Una universidad sin ti-conmigo nunca será lo que debió ser. Nadie a la que mirar y esconderme en la simpleza de la compñía. Nadie a la que esperar aunque solo aparecía una de cada cinco jornadas, una de cada cinco sinfonías.
Yo ya no espero, no hay esperanza ni peros. Me siento, a veces, tan ineficaz, tan seco, tan vacío y vaciado, tan solo. Tan rígido y mis conversaciones se repiten y ya solo digo palabras para escapar del silencio y solo me emborracho para escapar de mi y el residuo. Y solo juego y recuerdo vagamente como odiaba los juegos, como amaba los principios.
Yo ya no los tengo, no me queda ni conciencia, ni nada. Aprendí con ella muchas cosas buenas y algunas malas. A usar y manipular, a no exponerme, a ser y serme fiel y cuidar. A reirme vanidoso del mundo y a huir de toda situación emocional conflictiva. Encantar con juegos de palabras y mundos alternativos que les pertenecieran a todos las imagenes, que yo no le perteneciera a nadie para así, en mi caso, jamás llegar a comprometerme, no crear nada original, nada nuevo.
Lo del compromiso es tan mío. Ese miedo al abismo individual, no soy capaz de comprometerme con nada ni con nadie. Solo con la huida, provocada. Perdí en ella, en la huida, todo lo profundo y bueno de mi mismo, para dejar algunas lagrimas en el viento y algunos atardeceres plateados en contraposición con los amaneceres dorados. Es una obviedad tan desastrosa que en esta huida solo me llevo cosas por delante, que no creo algo bueno, que solo camino. Es tan obvio que este no es mi año, que me peleo demasiado porque no tengo nada que perder. Nada que temer.
Debe venir algo bueno después, algo que no sea solo una imagen sobre la superficie, algo que me haga estremecer porque sino, la vida no vale la pena. Actuar para actores secundarios, jugar al virtuocismo, que cinismo el mío.
Yo no say nadie, me perdí.
el espacio
las clases sin ti
Que oscuros estan mis ojos
mi vacío
mi vida sin ti
Que pocas razones, que mala poesía, que eternas son las noches, que breves son los días. Cuanto aprendo, que poco vivo, cuanto te quise que incluso me perdí. Una universidad sin ti-conmigo nunca será lo que debió ser. Nadie a la que mirar y esconderme en la simpleza de la compñía. Nadie a la que esperar aunque solo aparecía una de cada cinco jornadas, una de cada cinco sinfonías.
Yo ya no espero, no hay esperanza ni peros. Me siento, a veces, tan ineficaz, tan seco, tan vacío y vaciado, tan solo. Tan rígido y mis conversaciones se repiten y ya solo digo palabras para escapar del silencio y solo me emborracho para escapar de mi y el residuo. Y solo juego y recuerdo vagamente como odiaba los juegos, como amaba los principios.
Yo ya no los tengo, no me queda ni conciencia, ni nada. Aprendí con ella muchas cosas buenas y algunas malas. A usar y manipular, a no exponerme, a ser y serme fiel y cuidar. A reirme vanidoso del mundo y a huir de toda situación emocional conflictiva. Encantar con juegos de palabras y mundos alternativos que les pertenecieran a todos las imagenes, que yo no le perteneciera a nadie para así, en mi caso, jamás llegar a comprometerme, no crear nada original, nada nuevo.
Lo del compromiso es tan mío. Ese miedo al abismo individual, no soy capaz de comprometerme con nada ni con nadie. Solo con la huida, provocada. Perdí en ella, en la huida, todo lo profundo y bueno de mi mismo, para dejar algunas lagrimas en el viento y algunos atardeceres plateados en contraposición con los amaneceres dorados. Es una obviedad tan desastrosa que en esta huida solo me llevo cosas por delante, que no creo algo bueno, que solo camino. Es tan obvio que este no es mi año, que me peleo demasiado porque no tengo nada que perder. Nada que temer.
Debe venir algo bueno después, algo que no sea solo una imagen sobre la superficie, algo que me haga estremecer porque sino, la vida no vale la pena. Actuar para actores secundarios, jugar al virtuocismo, que cinismo el mío.
Yo no say nadie, me perdí.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Sobrevivir.
Se acostaba siempre con la maleta hecha, puesto y dispuesto a irse a algún sitio, aunque fuera al mismo, el siempre se iba, daba dos pasos y si le gustaba el preciso lugar que había descubierto dejaba la maleta abría un poco la cremallera y echaba un ojo a las fotos acumuladas y amontonadas en lo oscuro, en el fondo. Cerraba rápido, y se volvia a ir, le ahogaban las historias. Huía con ella, la maleta como enemiga y único consuelo. Era una maldita contradicción. Como vas a huir si tu eres el problema.
Como aquel al que le van a disparar y sale corriendo, la vida es esa carrera última antes de que te quedes quieto, antes de que la bala te alcance.
Como aquel al que le van a disparar y sale corriendo, la vida es esa carrera última antes de que te quedes quieto, antes de que la bala te alcance.
martes, 23 de septiembre de 2014
domingo, 14 de septiembre de 2014
sábado, 13 de septiembre de 2014
El viejo de los parques.
Quizá tengo una estúpida e ineficaz patología de salvador, un extraño y estúpido amor a los necesitados que cuando dejan de necesitar acabo por condicionar el final, mi trabajo hecho, me voy. Puede que por eso, nada dure lo suficiente, todo tiene una razón, la mía es que no se necesitar a nadie, que tengo miedo de depender, nunca me salió bien, yo solo tengo mi soledad y mi pobre empatía que se conmueve y se hace agonía ante los que sufren.
Después todo desaparece, cuido, fortalezco y me voy por el sendero de piedras, internándome en el bosque, en la incapacidad de compartirme. Como un estúpido sanador de pájaros, les pongo la venda y me voy, ellos vuelan, yo camino sin destino, sin motivos mas que el de hacer una bella mansión donde curar mis heridas y recordar los días en los que los pájaros que cuide volaron. Tan bello y tan amargo.
Como un viejo de los parques, no entiende que los pájaros solo le quieren porque les da de comer, el, no importa. Morirá, solo.
Después todo desaparece, cuido, fortalezco y me voy por el sendero de piedras, internándome en el bosque, en la incapacidad de compartirme. Como un estúpido sanador de pájaros, les pongo la venda y me voy, ellos vuelan, yo camino sin destino, sin motivos mas que el de hacer una bella mansión donde curar mis heridas y recordar los días en los que los pájaros que cuide volaron. Tan bello y tan amargo.
Como un viejo de los parques, no entiende que los pájaros solo le quieren porque les da de comer, el, no importa. Morirá, solo.
Secreta
y aunque no olvida no va a remover
Aunque te duele no guardas rencor,
aunque hubo sangre también hubo amor,
dentro donde quiera que esté,
un beso a esa niña que no pudo crecer.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Diego Ojeda
Mi chica revolucionaria
no es ninguna heroína de cómic,
no desfila en pasarelas
y vive en clase turista..(…)
Ella es la dinamita de estos poemas,
mis domingos cum laude,
mi canción a capella,
mi Chavela,
mi Frida,
mi primer año nuevo sin grietas,
mis llaves,
colgando
en su puerta.
no es ninguna heroína de cómic,
no desfila en pasarelas
y vive en clase turista..(…)
Ella es la dinamita de estos poemas,
mis domingos cum laude,
mi canción a capella,
mi Chavela,
mi Frida,
mi primer año nuevo sin grietas,
mis llaves,
colgando
en su puerta.
Snape
Severus, Severus, el amor del severo es quizá en una última releectura de una saga de mi infancia caducada, en un último achaque de melancolía que no se repetirá hasta que sea muy viejo (dicha releectura) el personaje secreto con mas personalidad. El telón de fondo, el perdedor eterno al que el amor y la vida nunca le reconocieron su esfuerzos.
El lado oscuro tiene una parte morbosa malísima, la soledad, el amor crudo, destrozar las normas. Querer matar a los triunfadores hijos de puta, y triunfar, crecer, ser mejor, mas culto, poderoso y valiente por sufrimiento inculcado, por la vida, jugar con ventaja en situaciones emocionales intensas, complejas. Permitirte la vanidad y el orgullo encerrados en el desprecio a una vida sin ella, ella siempre ella. Ser fiel a algo, quiza y seguramente sin que lo merezca, pero decidirlo un día, quiza muy jóven, sin que te hallas dado cuenta y estrujar el alma aún en contra de la tempestad, de la separación, de la ausencia, de la derrota y de la muerte.
La muerte. A veces la vida nos lleva a bandos opuestos y el amor es incapaz de ver luz en los mas oscuros laberintos de nosotros mismos, de la conjunción compuesta en alguna puesta de sol a la que le llega el atardecer rojizo de nuestras virtudes y sobre todo nuestros defectos conjugados.
¿Que hay mas bello que la luz conjugada con la oscuridad, agarrándose como serpientes, amándose hasta la consumisión, hasta el desgarro? Que hay mas bello que la repulsión encarcelada en el amor. Ver a ese producto de lo que nunca consiguió, a ese niño, y protegerlo pese al dolor de saber que no es tu producto, pero es el de ella, y el de el. Malditos ellos, los de los deseos concedidos y las historias facilonas y de película. Mi desprecio hacia lo facil viene de la raiz de que solo en lo dificil podemos encontrarnos a nosotros mismos.
Hare con mis deseos una maleta, que llevare para desear nuevas cosas, y construir en mi prosa algunos días y muchas noches y estudiare como Severus, pero con algo de la valentía que el no tuvo a ser feliz, el lado oscuro de la vida, para actuar bien, para proteger, para querer. Dare la vuelta a la historia pero apreciando siempre al pobre Severus, comprendiéndo que al final los que valen la pena no son los que gritan y se regodean bajo el sol y la felicidad, sino los que sufren y pese a todo no actúan mal.
El sufrimiento y la derrota crean mejores hombres que la victoria. Tienen que superarse mas para demostrar al mundo que son mejor que el, para morir bajo el reflejo de sus ojos verdes, sorprendidos, quizá por empezar a entender quien era el hombre de verdad. Ser un hombre conlleva eso, desarrollarte plenamente en un mundo cruel y malo, perder y perder y aceptarlo simpático, dulce y desequilibrado, mordiendo de vez en cuando herido, por la vida puta.
Como ese perro que nunca tuvo bando, que siempre estuvo solo porque el mundo decidió que en las noches de verano le tocaría vagar seguro hacia un nuevo amanecer, sin nada que temer a la oscuridad.
El lado oscuro tiene una parte morbosa malísima, la soledad, el amor crudo, destrozar las normas. Querer matar a los triunfadores hijos de puta, y triunfar, crecer, ser mejor, mas culto, poderoso y valiente por sufrimiento inculcado, por la vida, jugar con ventaja en situaciones emocionales intensas, complejas. Permitirte la vanidad y el orgullo encerrados en el desprecio a una vida sin ella, ella siempre ella. Ser fiel a algo, quiza y seguramente sin que lo merezca, pero decidirlo un día, quiza muy jóven, sin que te hallas dado cuenta y estrujar el alma aún en contra de la tempestad, de la separación, de la ausencia, de la derrota y de la muerte.
La muerte. A veces la vida nos lleva a bandos opuestos y el amor es incapaz de ver luz en los mas oscuros laberintos de nosotros mismos, de la conjunción compuesta en alguna puesta de sol a la que le llega el atardecer rojizo de nuestras virtudes y sobre todo nuestros defectos conjugados.
¿Que hay mas bello que la luz conjugada con la oscuridad, agarrándose como serpientes, amándose hasta la consumisión, hasta el desgarro? Que hay mas bello que la repulsión encarcelada en el amor. Ver a ese producto de lo que nunca consiguió, a ese niño, y protegerlo pese al dolor de saber que no es tu producto, pero es el de ella, y el de el. Malditos ellos, los de los deseos concedidos y las historias facilonas y de película. Mi desprecio hacia lo facil viene de la raiz de que solo en lo dificil podemos encontrarnos a nosotros mismos.
Hare con mis deseos una maleta, que llevare para desear nuevas cosas, y construir en mi prosa algunos días y muchas noches y estudiare como Severus, pero con algo de la valentía que el no tuvo a ser feliz, el lado oscuro de la vida, para actuar bien, para proteger, para querer. Dare la vuelta a la historia pero apreciando siempre al pobre Severus, comprendiéndo que al final los que valen la pena no son los que gritan y se regodean bajo el sol y la felicidad, sino los que sufren y pese a todo no actúan mal.
El sufrimiento y la derrota crean mejores hombres que la victoria. Tienen que superarse mas para demostrar al mundo que son mejor que el, para morir bajo el reflejo de sus ojos verdes, sorprendidos, quizá por empezar a entender quien era el hombre de verdad. Ser un hombre conlleva eso, desarrollarte plenamente en un mundo cruel y malo, perder y perder y aceptarlo simpático, dulce y desequilibrado, mordiendo de vez en cuando herido, por la vida puta.
Como ese perro que nunca tuvo bando, que siempre estuvo solo porque el mundo decidió que en las noches de verano le tocaría vagar seguro hacia un nuevo amanecer, sin nada que temer a la oscuridad.
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