lunes, 1 de septiembre de 2014

Snape

Severus, Severus, el amor del severo es quizá en una última releectura de una saga de mi infancia caducada, en un último achaque de melancolía que no se repetirá hasta que sea muy viejo (dicha releectura) el personaje secreto con mas personalidad. El telón de fondo, el perdedor eterno al que el amor y la vida nunca le reconocieron su esfuerzos.

El lado oscuro tiene una parte morbosa malísima, la soledad, el amor crudo, destrozar las normas. Querer matar a los triunfadores hijos de puta, y triunfar, crecer, ser mejor, mas culto, poderoso y valiente por sufrimiento inculcado, por la vida, jugar con ventaja en situaciones emocionales intensas, complejas. Permitirte la vanidad y el orgullo encerrados en el desprecio a una vida sin ella, ella siempre ella. Ser fiel a algo, quiza y seguramente sin que lo merezca, pero decidirlo un día, quiza muy jóven, sin que te hallas dado cuenta y estrujar el alma aún en contra de la tempestad, de la separación, de la ausencia, de la derrota y de la muerte.

La muerte. A veces la vida nos lleva a bandos opuestos y el amor es incapaz de ver luz en los mas oscuros laberintos de nosotros mismos, de la conjunción compuesta en alguna puesta de sol a la que le llega el atardecer rojizo de nuestras virtudes y sobre todo nuestros defectos conjugados.

¿Que hay mas bello que la luz conjugada con la oscuridad, agarrándose como serpientes, amándose hasta la consumisión, hasta el desgarro? Que hay mas bello que la repulsión encarcelada en el amor. Ver a ese producto de lo que nunca consiguió, a ese niño, y protegerlo pese al dolor de saber que no es tu producto, pero es el de ella, y el  de el. Malditos ellos, los de los deseos concedidos y las historias facilonas y de película. Mi desprecio hacia lo facil viene de la raiz de que solo en lo dificil podemos encontrarnos a nosotros mismos.

Hare con mis deseos una maleta, que llevare para desear nuevas cosas, y construir en mi prosa algunos días y muchas noches y estudiare como Severus, pero con algo de la valentía que el no tuvo a ser feliz, el lado oscuro de la vida, para actuar bien, para proteger, para querer. Dare la vuelta a la historia pero apreciando siempre al pobre Severus, comprendiéndo que al final los que valen la pena no son los que gritan y se regodean bajo el sol y la felicidad, sino los que sufren y pese a todo no actúan mal.

El sufrimiento y la derrota crean mejores hombres que la victoria. Tienen que superarse mas para demostrar al mundo que son mejor que el, para morir bajo el reflejo de sus ojos verdes, sorprendidos, quizá por empezar a entender quien era el hombre de verdad. Ser un hombre conlleva eso, desarrollarte plenamente en un mundo cruel y malo, perder y perder y aceptarlo simpático, dulce y desequilibrado, mordiendo de vez en cuando herido, por la vida puta.
Como ese perro que nunca tuvo bando, que siempre estuvo solo porque el mundo decidió que en las noches de verano le tocaría vagar seguro hacia un nuevo amanecer, sin nada que temer a la oscuridad.

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