jueves, 25 de septiembre de 2014

Sobrevivir.

Se acostaba siempre con la maleta hecha, puesto y dispuesto a irse a algún sitio, aunque fuera al mismo, el siempre se iba, daba dos pasos y si le gustaba el preciso lugar que había descubierto dejaba la maleta abría un poco la cremallera y echaba un ojo a las fotos acumuladas y amontonadas en lo oscuro, en el fondo. Cerraba rápido, y se volvia a ir, le ahogaban las historias. Huía con ella, la maleta como enemiga y único consuelo. Era una maldita contradicción. Como vas a huir si tu eres el problema.

Como aquel al que le van a disparar y sale corriendo, la vida es esa carrera última antes de que te quedes quieto, antes de que la bala te alcance.

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