Estábamos en el puerto y caíste al suelo, yo intente parecer perfecto ya que a mi y los secretos nervios histrónicos que me provocas nunca nos quisiste. Pretendí darte la mano, rescatarte de algún tonto demonio que tuvieras, que mas daba el tamaño si acaricio una sonrisa, pensaba. Tu me la rechazaste y me agarre el pecho y tire al mar, esa vez no mire hacia atrás. Dicen que te levantaste rápido que me tiraste de la camisa y me rompiste el labio inferior de un puñetazo. Yo no me entere, el fuego, la vergüenza conmocionados por la terrible injusticia del universo no me dejaron sentir ni ver ni oler, estaba ardiendo y quería desaparecer. Así que me tire al mar para apagarme para acabar con el verbo ser y nade y nade y nade y me escondí en el nadar. Descubrí que quería tantas cosas, ser rey pirata ,monstruo de mar, cantar como las sirenas, ser explorador, explorar ir en todo tipo de barcos, yates, velero, barquitos de remos e ir a parar al mas extraño lugar. Tantos sueños tontos todos tan volátiles como nubes en el cielo enfriándome mi pecho hasta acabar congelado.
Cada cierto tiempo volvía a la costa del puerto a mirar desde el agua, ahí donde caíste pusieron una estatua a un extraño presidente, y entre la gente a veces veo algún fuego artificial. Y se me hacen dos lagrimas de sal que bajan lentamente, todos parecen estar de fiesta y no lo entiendo. Todos siguen, van corriendo, no se a donde, no se a que, todos sienten y postsienten y yo corazón frío no lo puedo entender. Hasta que en un reflejo de mi ingenua imaginación aparece tu melena jugando con el viento y vuelvo a arder, y no quiero, no deseo, mi arrebato, mi locura me aniquila la razón. Incapaz de aguantar esa maldita emoción, porque no lo soy, nunca lo fui.
Asi que a través de los años vengo y vuelvo a huir cobardemente a la nada para no dejarme consumir por el todo, e intento flotar en la mediocridad, porque después del todo, en el fondo se, que la nada volverá a reinar.
Y NO ME DA LA GANA.
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