Tú me diste universo, una soledad innata, egoísta e indomesticable, un amor por el paseo nocturno a la sombra de la luz de las discotecas y a la sombra de los árboles que como yo aún en la oscuridad de la noche, existen.
Y soñé con un discurso humilde, tímido y sincero como un olivo en la arena, una mirada cansada, una luz apagada. Y para paliar agonías me diste todos los sueños y las alegrías que dan ver los sueños combatidos y realizados. Con el tiempo descubrí un detalle, mínimo e imperceptible en la noche, los sueños que soñé se realizaron o no a su manera, pero me contento con el intento y los pequeños logros, el intento de la inteligencia, la fuerza y la realidad de habiéndolos luchado haber acabado en ese paseo nocturno a la sombra de los árboles que como yo aún en la oscuridad de la noche, existen.
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