Vivimos en el mundo de los palmeros, que abanican a las grandes sombras y a las pequeñas, cada uno a su nivel. En el mundo de los lameculos, de los idolatradores de figuras y de imagenes inanimadas. Vivimos en el mundo de la adoración, de los adoradores de cuerpos, de características, de vidas. Vivimos en el mundo de lo politicamente correcto, de la adoración a las ideas padres, los axiomas, la absurda mediocridad. En un mundo esteticamente asqueroso, en el que la gente se reduce y se induce a conversaciones sobre los temas mas pueriles sin ningún respeto al oyente con absoluta normalidad.
La libertad de uno acaba donde empieza la del otro, decían y luego escupían sobre el papel. Es este un mundo cínico en el que la gente cree sinceramente que su lucha la deben realizar todos, que le deben dar palmaditas en la espalda y buenrollismo a raudales y que no se debe sufrir por lo que se persigue. Lo bueno, cuesta, creer que todo vendrá de la divina procedencia es imbecilidad.
En este mundo, de capitalismo y por separado pseudo-racionalismo que inducen al individualismo, en este mundo estamos solos y a lo máximo que puede y debe aspirar el hombre como tal es a acompañar amistosamente. Apoyar, la gente ya no apoya, solo lucha o no lo hace. Los conflictos de cada uno pertenecen a cada uno, yo aprendí a luchar los míos, a ser yo porque definitivamente nadie lo va a hacer por mi. Yo contra el mundo parece una lucha desigual, pues lo es, el mundo se ha vuelto tan mediocre y debil que me lo merendare con constancia, superioridad intelectual y trabajo. Me lo merendare con dudas, lo aplastare como un mosquito y satisfecho lo mirare desde arriba, mejor que el.
No me detendré nunca ante conversaciones de bajo calado, seré una buena persona, si, pero no un subnormal, yo no tengo nada de eso. Desprecio la debilidad, la desprecio sinceramente, los vicios, los complejos. Vivir acomplejado es de tontos del bote.
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