Veo sombras de un pasado inexistente en otra gente. Comportamientos, particularidades, partículas que siendo singulares son tan parecidas.
Yo creía que el río un día volvería a fluir y solucionaría todos los atascos, pero se ha secado. No hay nada mas en el para dar, se ha convertido en un lago de aguas inquietas que se han ido secando lentamente al sol adoptando el agua formas extrañas, se retuercen las últimas gotas de creatividad y del seco lago aparecen las pirañas, muertas, ya no quedan ni las pirañas. Ni el odio que es lo último que nos queda sobrevive a la sequía.
Vive historias tan terribles como la mía para que algún día tengas razones para sentir una indescriptible pena, una tan grande que no quieras mirar atrás por miedo a chocarte con ella. Y encuentra la paz, pese a todo, encuentrala.
Mas allá de los fuegos de la revolución colectiva que luchan contra las tormentas de la ambición individual hay una tierra tranquila y fértil en la que se puede vivir en paz.
Pero es una leyenda, un cuento que me cuento para poder seguir caminando. Un errante caminando en el desierto, al fuego, siempre andando, siempre escribiendo. Una última gota de agua que se reniega a ser secada y deja palabras y palabras en un mundo en el que ya no hacen falta.
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