viernes, 11 de noviembre de 2011

A la sombra de un camino

En la parada del tren que nunca existió, esperas no perder la esperanza pero la esperanza ya se perdió. Lejos, muy lejos, vuelves a donde siempre estuvistes a una fortaleza que algunos llamarían prisión.

Desde las ventanas de la torre ves llover en el exterior, lagrimas de azufres mezcladas con el perfume de Dior. El final que quisistes, las consecuencias que aceptastes y sin embargo siempre queda dolor.


 Escupes a un espejo, inutil le dices al reflejo, porque siempre  mantuvistes lo que quisistes lejos, y cerca se mantuvo lo que no.

Culpable y no me lo tomo a pecho, porque todos somos culpables de lo que hemos hecho, para bien y para mal.

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