Bailar, bailar y bailar y ser cada uno un caos sobre el que andar, andar y andar. Como locos, como libres, como nosotros mismos con las lagrimas en los ojos y la risa en la boca y emocionarte hasta el fondo de ti mismo, con la luz en tus ojos indomable. Ser feliz y gritar con voz suave hasta que se quede ronca y gritar y gritar. Que no me importa, que ire hasta el final, hasta las rocas, lunático simpático hijo del caos, donde reine mi anarquía no habran días sino noches. Solitaria poesía, del hombre que amaba los zapatos con los que se tiraba al abismo. Hasta que el mismo, se convirtió en precipicio. Bailando al son de las alturas, caminando sobre los bordes, siendo un puto borde si no le evalúan o lo prueban. Pruebame, que acabaremos en lo oscuro, en el fondo. Lo que no te joda, no te enseñara o sea que jodamonos hasta lo irreversible hasta la última noche.
Que la única realidad es la soledad. Que el resto es mentira, yo juego, siempre solo, aunque tenga compañías, paseando con la luna compañera la vida entera, la vida entera.
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