El poder es algo sobre lo que divago ultimamente. El poder atenta contra la belleza, la humilla, la obliga, no hay belleza en el poder, no hay amor. Es como un agujero negro de ambición infinita, una vorágine de deseos ilimitados de insatisfacción. Sin lugar a dudas el poder genera insatisfacción, nunca lo contrario. Y es que quizá todo en lo que se basa el ser humano, que es avanzar pisando las malvas del jardín sea un atentado contra el mismo jardín. Es que quizá el amor sea quietud y no perversos deseos de efimera y lúgubre satisfacción. La felicidad no es un estado futuro, sino un estado presente, se es, o no se es feliz.
Ójala las estrictas y estúpidad demandas de mi complejo universo me permitan, algún día, serlo.
Por siempre jamás.
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