miércoles, 3 de diciembre de 2014

El mundo sin final

Existe un lugar y una persona y unos ojos donde el compromiso es eterno, donde los sentimientos se follen a la realidad plana, a los momentos y halla una conjugación tal, que las estrellas, envidiosas ellas, estallen en un puto trillón de pedazos. Un momento en el que el presente trascienda y toque límites insoñables, en el que todo se altere, en los que la realidad se desforme y se vea, al fin, como el mundo no es plano, sino circular.  Existe el conjuro y la conjugación y la magia y los nervios desatados y el fin del miedo a la soledad. Un momento en el que todos los instantes del pasado no te sirven para nada, porque solo esta el, el momento, que repercutirá latiendo en la infinidad del tiempo.

Las yemas de los dedos juntándose para crear.

Un lugar donde las imperfeccines mortales de los elementos se vean ocultas por la mezcla perfecta y preciosa, como dos elementos que se chocan, se besan, se retuercen hasta crear algo nuevo y eterno, porque afectará a la eternidad. Un mundo de locura y crispación y cabreos y ojos tristes y felices pero juntos, de ellos.

El mundo sin final es una única mezcla, no una singularidad.

Pero no se cual.

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