Espacio, maletero, futuro, oscuridad. Y se escondía en las esquinas de la realidad susurrando su palabra, soledad, soledad, soledad. Y se asustaba de la gente, y lloraba a veces, tan derepente.
Demente, demente, loco, zumbado, tonto, estúpido atolondrado. Y las figuras se hacían sombras y lloraba al borde del mar pero esta vez, de felicidad. Es tan bonito, el infinito azul, pensaba, tan libre que el quería poder ser, barco libertad. Pero a veces, a veces se quería ahogar. Y se encerraba a dibujar, las cosas mas bellas que podríais imaginar. Una constelación, una caracola olvidada entre la arena, sombras y luces contrapuestas, espejos mirándose entre ellos, una mujer de espaldas y letras, dibujaba letras incoprensibles de poemas por escribir, de canciones por cantar.
Sisiosi vivía en una pequeña casa entre el campo, la ciudad y el mar, a la distancia adecuada solía decir, cuando se decía que estaba cuerdo. Vivo a la distancia adecuada para siempre poder escapar, aunque no quiera. ¿Sabeís lo comodo que es poder nadar, pasear por el campo o sociabilizarte a libre elección, a 5 minutos de cualquier opción? preguntaba. Le encantaba escuchar lo que decían las mujeres, oir a los niños divertirse y amargarse, ver como defendían sus estúpidos orgullos los hombres. Todo lo contemplativo, el, lo adoraba y en navidad se sentaba a ver las luces de colores de los árboles y si vieraís como se entristecía y alegraba con la alternancia de las luces en sus continuos encendidos y apagados. El sufrimiento sincero, la consternación, el miedo, el alivio.
Alguien debería haber cuidado de Sisiosi, quizá, necesitó de alguien que le comprendiera, que le viera, que le apoyara cuando un día fue pequeño. Todos necesitan de eso, pero seguramente, el lo necesitaba mas que ningún otro niño.
Sisiosi decía que era feliz cuando se escondía detrás de un libro. Lo que de verdad le hacía feliz a diferencia de esos pretendientes de eruditos no era el libro en si, sino el muro, el muro que construía contra la realidad. Un hombre con un libro, se convierte en título detrás del que esconderse, en rostro que no se ve y a el le encantaba no ser visto y sobre todo, ver.
Alguien debería haber cuidado de Sisiosi, quizá, necesitó de alguien que le comprendiera, que le viera, que le apoyara cuando un día fue pequeño. Todos necesitan de eso, pero seguramente, el lo necesitaba mas que ningún otro niño.
Sisiosi decía que era feliz cuando se escondía detrás de un libro. Lo que de verdad le hacía feliz a diferencia de esos pretendientes de eruditos no era el libro en si, sino el muro, el muro que construía contra la realidad. Un hombre con un libro, se convierte en título detrás del que esconderse, en rostro que no se ve y a el le encantaba no ser visto y sobre todo, ver.
El nunca quiso ser visto, y porque esa maldita mujer le vió, Sisiosi, dicen, enloqueció.
Esta es, entre otras cosas, la historia de un hombre que quiso ser bueno, pero que no lo consiguió y de su tormento.
Esta es, entre otras cosas, la historia de un hombre que quiso ser bueno, pero que no lo consiguió y de su tormento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario