sábado, 16 de mayo de 2015

Huir hacia lo diminuto.

Frases con colocón, disparándose a discreción, vuelan las cometas, y debes saber que disparando matas tus metas y bestia en su arrebato lloraba, después de matar, por largos ratos. Se escondía en los bosques de flores negras, en una realidad paralela su flor perdía hojas, acercándose la muerte, en las noches oscuras en las que no estaba ni su luna ni las estrellas. Sin sincronizarse con el mundo, fantasma de la atrocidad. Una realidad relativa a lo funesta de la situación soledad.

Asi bestia se sentaba a mirar mundos alternativos, a veces en el bosque, otras en su gran biblioteca. En el bosque miraba siempre al suelo posando su ojo marrón, soñaba con ser insecto en un mundo multicolor, de miles de especies, sabores y huir de todo pensamiento insistente y agobiante que le quería robar su precioso ser y tornarlo en mediocridad.

Asi memorizaba y con ayuda de sus manos creaba su mundo alternativo escrito y observado, uno de infinitos dragos, de terroríficas venus atrapamoscas, en el que volar en un diente de león hacia un cielo lleno de preciosos cerezos en flor. En el que el azahar fuera el néctar al que comer y amar y las orquideas rosadas y blancas fueran parte de un panorama visto desde una vista inferior, gigantescas y hermosas margaritas, lirios y espinadas rosas. Ahí donde te sobrevolasen caballitos del diablo, ciervos volantes y mariquitas amarillas, un mundo de mariposas y libelulas volando hacia cualquier dirección. El quería ser insecto y que todo lo insignificante se hiciera gigante para volver a sentir por ejemplo el miedo en el cielo al ver a las abubillas, verdecillos y arrendajos acercarse con el como presa y en el suelo el miedo que provocan ver gigantescos lagartos ocelados reptando hacia ti. Y el amor al encontrar a alguien, debe haber una en ese mundo inferior, pensaba seriamente.

Porque lo que el quería era sentir, sentir y sentir y todo lo sentía desde los pensamientos, por eso temía tanto acabar devorado por su cerebro. El nunca convertirse en arrebato, pasar eternamente sus ratos divagando cuando el solo quería, amar y perder el control, hasta el final, en una última y gigantesca combustión en el que se perdiera y dejara por fin, de ser bestia para convertirse en una pequeña canción.

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