Son las 12 de la noche noche de Miércoles 22, mañana del Jueves 23 de Marzo, saco a Pepa, la perra de mi tío que vive cerca y esta en Madrid por algún tema profesional hasta el Lunes y a mi perro Titán. Ambos sin correa, puedo hacerlo, ambos perros son muy obedientes, quizá el mío sea mas independiente y tenga que estar mas encima de el para evitar perderlo de vista, sabe el camino a casa mejor que yo, pero estas no son horas para que se despiste y desaparezca como ha hecho durante toda su vida.
Los suelto a ambos en frente a un terraplen en frente de las casas amarillas donde vive mi tío. Las vistas de la ciudad de Las Palmas y del norte son preciosas he repetido y disfrutado de ellas desde que soy pequeño y me hacen feliz. Nunca he sido alguien infeliz ni desgraciado soy demasiado inteligente para eso.
Pepa tiene un grave complejo de recoge piedras, escarva en el suelo para cogerlas y se vuelve loca cuando las cojo yo, es una perra atlética musculosa y fuerte, necesita 10 veces el ejercicio de Titán, menos mal que le encanta eso de ir detrás de piedras. La exprimo y canso mientras paseo con los dos perros recogiendo y tirándole pedruscos, cuanto mas grandes mejor. Creo que disfruta analizando como agarrar las piedras mas grandes, le da vueltas, analiza prueba una manera, prueba otra hasta que tras error-fallo encuentra el ángulo perfecto. En la simpleza del método esta la genialidad.
Tiene al pobre Titán acojonado, esa pequeña y amorosa brutita cuando juega con el lo supera fisicamente en todos los sentidos y el la evade, sabe bien cuales son sus limites y no los exprime demasiado. Titán empieza a envejecer, son 9, casi 10 años ya. Sus pestañas están mas largas, su pelo fácial mas enmarañado, creo que parece mas viejo, mas cansado. Hemos crecido juntos y el sin embargo ha seguido ritmos temporales diferentes a los míos. Le quiero mucho, es un compañero formidable, cariñoso, bueno y libre en su plena madurez, le hemos criado bien.
Pepa empieza a estar cansada, justo lo que quería, mi padre la saca por las mañanas, yo algunas noches. Tengo que devolverla a su casa, cojo un par de piedras para volver, una se la tiro y otra la uso para captar su atención y controlar que me siga, es gracioso ver la inutilidad de como se pueden querer 2 piedras a la vez. Recojo la piedra que deja en el suelo babeada la perra y le tiro la otra y así hasta el número 18 de las casas amarillas. Abro la puerta y entra sin problemas. Abro la puerta interior de su patio y la dejo bebiendo agua desesperada. Según cierro la puerta interior y exterior la oígo llorar y me parte el alma. Dudo, si por mi fuera me la llevaría a mi casa y la dejaría dentro o en mi patio, pero esta mas incomoda en mi casa que en la suya, ya la conozco y me la he quedado, en mi casa ladra sin parar y no sabe como ni donde dormir. Deslocalizar a un animal de hábitos tiene un punto de crueldad cínicia humana al creer que ellos quieren estar donde estas tu. Sin embargo sigue llorando y yo siento pena, echa de menos a su dueño, es normal, espero que vuelva pronto, no hay nada mas triste que un animal infeliz.
Cruzo de nuevo la calle con Titán y me siento cerca del suelo, miro al norte y a Las Palmas, supongo que todos echamos de menos a nuestros dueños. Menos los que los tienen, miro a Titán olisqueando una farola, el no echa demasiado de menos a ninguno de sus dueños, es feliz, en fin, al menos hice algo bueno.
La noche esta preciosa, la ciudad crece, las cosas van a cambiar. Titán se irá, yo me ire, firmo en una pared con mi nombre, ese es mi legado, donde he crecido, donde he conocido, donde seguramente moriré, una firma nocturna en una pared con vistas a mi corazón.
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