Yo quisiera ser un Dios increíble e indomable, una luz, un lugar al que ir, y tocar en las noches de Marzo lo increíble y brillar y arder y consumirme a una velocidad que me permita vivir. Que en torno a mi se construya la belleza, el equilibrio basado en el desequilibrio. Yo quiero ser un camino que acompañe silencioso a los que se lo merecen e ir juntos a un lugar de complicidad sincera con vistas al mar.
A mi se me hacen lagrimas y felicidad de ver como viene la gente cuando estoy mal. La prodigiosa y mágica mezcla que realizan los diferentes grupos, el conocer gente nueva y que sean parte de mi en una noche sin importar ni edades ni criterios ideológicos ni nada, combinar y mezclarnos en algo nuevo y mejor.
Yo quiero ser, algún día, alguien con el poder suficiente para dar felicidad a aquellos que mereciéndosela no puedan conseguirla. He pasado noches muy malas y lo único que me ha mantenido feliz es poder regalar mi estúpida locura e ingenuidad a quienes han venido a verme. Es como mi pequeña función, como cuando era un niño y aplaudía al ver como bailaban alrededor, feliz sinceramente de la felicidad ajena, mirándolos maravilladamente extrañado por lo único y singular y precioso que encarna cada persona. En un sitio mas cómodo y mágico porque esta mi presencia para darle un pequeño y tierno y tonto broche de ternura a las noches mas oscuras.
Que será del sol sin los planetas que lo engrandecen. ¿Quien seré yo sin los que me rodean y me hacen grande? Por ustedes, yo, siendo yo, viviré hasta el infinito y regalaré mi luz plateada encantado de ver brillar al resto hasta mas que yo, cuanto mas ilumineis el mundo será mejor y yo os ayudare a ello.
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