A la cobardía, las segundas, a las insinuaciones, la demagogia, la moralidad estúpida y facilona, las mentiras. A los que se creen en la verdad absoluta, a los corderos de lados, a la soberbia arrogancia y la vanidosa prepotencia. A la maldad seca, intragable, abusadora y apedreadora de los que son mas debiles. A la infinita ausencia de empatía que promueve las asquerosísimas actitudes fanáticas. Un día quiza temí a lo insensible de este mundo, hoy lo miro con el mas infinito de los desprecios.
Empiezo a entender que la pasión no puede mantener su dignidad mucho tiempo, siempre acaba mostrando sus debilidades que estan muy cerca de sus amores y sus odios. Perder la dignidad a veces es una soberbia manera de entregarte con todo y otras veces es una soberbia manera de suicidarse. Este lugar es un suicidio constante, estas letras, mis ideas.
Siempre he despreciado lo excesivamente público, la incapacidad de mantener la privacidad personal, la individualidad, estar lo mas lejos del mundo y esto, este lugar, es ademas de un sitio para intentar alimentar mi penosa creatividad, venderme. Vender imagenes, ideas o conceptos que son privados y propios por nada. Vender mis miedos, mi cansancio y mi simpleza, que como la de todos es amplísima.
Dicen que hay un punto en la vida en el que hay que parar. Decir basta, haz ido demasiado lejos, hasta aqui hemos llegado, no te explotes mas. Los verdaderos finales, no los que deseas que sean el final sino esos que llegan después de mucho tiempo de divagaciones estúpidas sobre posibles finales. Se acaban presentando en una última herida, en una incapacidad de seguir disparando balas al aire.
Todos tenemos una historia podemos venderla en diferentes en contextos, pero la historia se va quemando. No quiero renunciar a mi mismo en alas de vender nadas.
Mi tiempo, mi espacio, mi probabilidad en fin, mi realidad caduca, aqui ha caducado.
Volvemos a cerrar, cerramos.
Como fin dejo alguna canción, las cosas concluyen mejor con algo de música.
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