Todo el mundo parecía tan siniestramente feliz, extasiado y yo reaccionaba estando triste. Era una cuestión de justicia en el mundo de los felices hay que recordar a la tristeza. Y en el mundo de los tristes recordar la felicidad todo mezclado con un broche de locura. No era un trabajo de cinismo, las alturas me recuerdan a los abismos, tanto que los sufro mas.
Así que los funerales eran los días mas felices de mi vida, procuraba que todo el mundo olvidase al muerto y recordase a la vida, a sus días. Y las fiestas, las salidas, las manos juntas me procuraban tanta tristeza. Quizá era la certeza de que el futuro se lo llevaría todo, que todos morirían, cambiarían, se matarían a la primera de cambio, que no duraría. Nada ha durado lo suficiente en mi mundo, tampoco lo he querido así muchas veces. Sobre todo cuando parece que algo puede durar.
No confío en nada, es una reacción triste, lo se. Pero confíe y no funcionó, me decepcione y no se como volver a confiar no creo que sea posible, eso me hace mejor en ciertos sentidos. Estoy mas preparado que el resto para lo que pueda pasar.
Las fiestas, todos parecen un poco menos ellos, un poco mas muertos.
Quizá de eso se trate la felicidad, de olvidarse de uno mismo.
Es un poco triste, triste felicidad.
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